10 abril 2020

ACTA DEL JUICIO FINAL

ACTA DEL JUICIO FINAL 

CÓDIGO DE AMOR UNIVERSAL TOMO II 

LEY DE CANTOS E HIMNOS

ART. 22°

El acta de la sentencia del juicio final es el documento preciado que pone fin a los desconciertos de la humanidad y da principio a la era de la Comuna Universal en el reinado del amor y todos los hijos de la tierra la venerarán y cantarán como prenda de justificación de sus hechos y del amor del Padre que cumplió su contrato dado en el testamento de Abraham que abre las páginas de este Código. 

El Acta está redactada en un pergamino de (38 x 59 cm) treinta y ocho por cincuenta y nueve centímetros, encabezada con una pintura a la tinta azul y dorada representando el firmamento en su fondo azul y dorada representando el firmamento en su fondo azul y estrellas doradas, en el centro un triángulo dorado dentro del cual está el ojo que representa la gran Sión y del triángulo pende un ancla dorada, que clavó su seguro en la tierra y la lleva a la luz. Su texto literal dice así: 

                         PAZ EN LA TIERRA (1) 

    Acta del Juicio Final de la Tierra y sus espacios 

En Buenos Aires, día 16 del 7º mes, del año primero del siglo de la verdad, primero de la era del Anticristo que corresponde al 5 de abril de 1912 de la cristiana que termina, y al año 5671 de Adán, a los 3657 de Moisés; cumplida la promesa de Dios nuestro Padre contenido en el testamento de Abraham que dice: “Y los siglos serán treinta y seis desde que escribiré mi ley hasta que la Tierra la sabrá; y de este siglo mis hijos serán de luz porque verán la luz de su Padre que les darán mis espíritus; cumplidas las profecías y las de Jesús que anunció al Espíritu de Verdad, que vendría a la Tierra, vino y llamó a Juicio.

Celebrados juicios a las legiones de espíritus de las religiones, jefes de estados civiles, libertinos y mixtificadores, se procede hoy día de la fecha y durante las horas que nos recuerda la crucifixión de Jesús que anunció este juicio, a dar sentencia final a los espíritus y los hombres del mundo Tierra; y que en virtud de la ley de justicia del Dios Amor único Dios Creador, pasen a ocupar cada uno la morada de sus merecimientos, hasta que la misma ley que los expulsa de la tierra y sus espacios les dé la rehabilitación conquistada por voluntad y el Padre en su amor, mandará al Juez. 

En virtud, pues, de la justicia, Yo, el Anticristo, confirmado por el Espíritu de Verdad y espíritus de amor de la Tierra y otros mundos de la cosmogonía, que han sido ratificados por Jesús; ante todos estos espíritus cuya palabra hemos oído y escrito; ante las legiones de los que se han justificado y acatado la ley: ante toda la cosmogonía que es la Iglesia Universal representada en el Espiritismo; ante los profetas y mesías de todos los tiempos que anunciaron el juicio final de la Tierra; en nombre de Dios Creador nuestro Padre, representado por el Espíritu de Verdad  que con toda la cosmogonía presencia este acto, igual al que todos los mundos hoy de luz han celebrado en su día de justicia; como Juez autorizado por Dios, declaro: 

Que la tierra, por el progreso, entra a la luz del Creador; Que los que la han llevado al progreso, tienen derecho del usufructo de su trabajo; Que estamos en el séptimo día y se proclama la Ley de Amor por la que no puede haber en toda la Tierra más que una sola familia y en solidaridad con toda la cosmogonía; Que los que no acatan la ley en este acto, no caben en la tierra ni los espacios de la tierra; Que los que hoy espíritus, como los encarnados quedan juzgados y sentenciados. 

Por tanto: en virtud de la Ley de Justicia, los remito a cada uno a la morada correspondiente donde sufrirán las consecuencias de su error, no siéndoles posible perturbar la paz de la Tierra; y los encarnados, serán conducidos en el acto de su desencarnación al mundo correspondiente, porque hoy en la Tierra no  quedan espacios de tinieblas. 

Siguen las firmas de los que había presentes en número de veinticinco y la escribiente Miguela Ortiz y el tribunal compuesto de los Médium vidente y Secretario, José González; Médium parlante y Secretario, Pedro Portillo. 

Y yo el Juez que doy fe 
JOAQUÍN TRINCADO 

(1) Al imprimirlo sálvense las faltas de ortografía, que las hay por no deber corregir ni raspar el pergamino. 

CAPÍTULO  II

El  juicio final  y universal

¡Cuántos  cuentos  fantásticos  e  irracionales  se  han  hecho  del  juicio  final! ¡Qué  escandaloso  comercio  hizo  la  iglesia  católica  y  cristiana  de  ese  acto  que ha  pasado  desapercibido  para  sus  materias!...  Hasta  parece  que  lo  han  tomado por  una  broma  las  religiones  cuando  tanto  lo  charlatanean  en  busca  del  dinero de  los  horrorizados  creyentes  prejuiciados,  que  están  temiendo  la  caída  de  los montes  que  los  aplasten;  los  huesos  bailando,  buscando  sus  compañeros  para armarse  en  cuerpos  y  salir  de  las  tumbas  para  oír  el  "Id  malditos  de  mi  Padre, al  fuego  eterno,  que  os  está  preparado"...  ¡Farsantes!...  ¿Temeríais  por  esto quizá  al  espiritismo,  que  os  desmentiría?  Pues  nunca  la  tierra  disfrutó  de mejor  fondo  azul  que  el  5  de  abril  de  1912,  día  en  que  se  cerró  el  Juicio  y  se firmó  la  Sentencia.

Y  ved  la  ironía  de  la  justicia  divina:  Se  pesaban  todas  las conciencias,  durante  las  tres  horas  en  que  rememorábais  la  agonía  de  Jesús (pues  fue  Viernes  Santo  ese  día),  y  mientras  levantábais  (en  la  intención),  el patíbulo  del  Gólgota,  el  Juez  del  Padre,  el  anunciado  por  el  mismo  Jesús;  el hijo  del  hombre  que  había  de  venir  y  el  mundo  lo  recibiría,  derribaba  y enterraba  para  siempre  en  la  tierra,  la  cruz  y  el  Cristo;  se  justificaba  a  Jesús por  toda  la  cosmogonía  y  el  Espíritu  de  Verdad,  posando  su  ancla  salvadora sobre  el  acta  que  firmaba  el  Juez,  era  investido  Jesús  con  la  palma  del vencedor y, el universo lo saludó..............................................................................................

Todo  está  escrito  y  lo  leeréis  en  su  día;  pero  no  se  puede  menos  de recopilar  aquí  un  algo  del  acto  más  tremendo,  más  trágico  y  majestuoso  que los  mundos  tienen  y  no  se  repite. 
Voy  a  dejar  a  la  pluma  decir  la  esencia, dando  la  primer  palabra  a  Eloí  en  el  testamento  de  Abraham.

 "Y  los  siglos  serán  36,  desde  que  escribiré  mi  ley,  hasta  que  la  tierra  la sabrá;  y  de  este  siglo  mis  hijos  serán  de  luz,  porque  verán  la  luz  de  su  Padre que  les  darán  mis  espíritus".
Isaías  y  todos  los  profetas  y  más  tarde  el  apocalipsis,  nos  señalan  diciendo que  sería  el  juicio,  "cumplido  el  tiempo,  los  tiempos  y  la  mitad  del  tiempo"  y nadie  comprendió  la  fecha.
Mas  fue  dicho  “Y  los  siglos  serán  36,  desde  que  escribiré  mi  ley,  hasta que  la  tierra  la  sabrá".  De  Abraham  a  Moisés,  son  próximos  4  siglos;  de Moisés  (que  escribió  la  ley)  a  Jesús,  18  siglos  incompletos;  y  de  Jesús  al advenimiento  del  Espíritu  de  Verdad  que  él  anunciaba,  18  siglos  completos, que  son  40;  menos  4  de  Moisés  a  Abraham,  son  los  36  siglos  marcados  por Helli  a  Abraham.  Son  éstos,  "el  tiempo,  los  tiempos  y  la  mitad  del  tiempo".

Todos  los  profetas  y  Jesús  dijeron:  "Estad  preparados  porque  la  hora  está cerca  y  no  os  tome  como  ladrón  de  sorpresa”.  Y,  efectivamente;  (como  han pasado  todos  esos  siglos,  que  en  el  tiempo  eterno  no  son  un  minuto...)  a  todos los  cogió  entretenidos  y  con  las  luces  apagadas;  no  lo  esperaban  ya  y  mayor fue  su  sorpresa. Mas  las  trompetas  espirituales  sonaron  en  las  conciencias  muchas  veces, desde  el  28  de  Enero  de  1912,  en  que  se  llamó  a  juicio  por  el  Espíritu  de Verdad,  desde  el  tribunal  de  la  tierra;  porque  desde  ese  día,  se  celebraron juicios  particulares  para  oír  las  justificaciones  de  todas  las  religiones,  en solidaridad  cada  una;  a  los  estados  civiles;  a  los  libertinos  y  a  los  jefes  de estado,  quedando  así  todos  preparados  para  el  día  de  la  sentencia.

Mas,  si  en  todos  los  juicios  no  perdió  la  serenidad  el  Juez,  le  fué  doloroso tener  que  recibir  a  justificarse  al  precursor  Kardec  porque  sobre  el espiritismo  pesaba  la  amalgama  espiritualismo. 

Las  lágrimas  de  Kardec,  no podrían  menos  de  doler  al  hombre;  pero  la  justicia  es  inexorable  y  el  mismo Jesús  fue  el  primero  que  dió  el  ejemplo  justificándose  ante  el  hombre,  aun antes  de  ser  formado  el  tribunal,  con  lo  que  quedaba  Jesús,  como intermediario  entre  los  que  se  habrían  de  justificar  y  el  juez  que  los  habría  de oír  por  el  Padre  y  dió  a  cada  uno  lo  suyo. El  acto  de  la  sentencia  duró 5 horas,  que  fueron como 5 millones  de  siglos para  los  que  no  esperaban  prevenidos.  Pero  todo  fue,  según  estaba  ordenado por  el  Espíritu  de  Verdad,  juez  del  juez.

A  las  doce  meridiano  en  punto,  se  había  constituído  el  tribunal, presenciando  el  acto  30  testigos  más,  muchos  de  los  cuales,  habían presenciado  y  oído  los  juicios  particulares. 

Al  dar  las  12,  se  dió  en  la  tierra  la voz  de  "Juicio"  a  los  cuatro  vientos,  en  cuyo  momento  rompían  el  silencio  de los  espacios,  las  trompetas  espirituales  que  herían  las  conciencias  de  todos los  hombres  de  la  tierra,  cuyos  espíritus  eran  sacados  de  sus  cuerpos  por  la fuerza  de  la  justicia,  para  comparecer  ante  los  tribunales  que  eran  tres:  el  de derecho,  compuesto  en  la  tierra  por  un  juez  y  dos  asesores;  el  tribunal permanente  de  la  humanidad  desde  la  venida  de  Adán  y  Eva  y  los  misioneros, compuesto  por  los  espíritus  conocidos  de  Miguel,  Rafael  y  Gabriel:  y  el tribunal Supremo  de  Justicia, por  el Espíritu  de  Verdad  y  sus  consejos.

Tan  pronto  se  hubieron  dado  las  voces  en  la  tierra,  el  Juez,  con  sus asesores,  en  desdoblamiento,  arrastró  a  toda  la  mayoría  de  la  tierra  hasta Sión,  punto  del  tribunal  de  justicia,  el  que  ya  esperaba  preparado  con  el tribunal  permanente  a  la  cabeza;  y  al  llegar  la  mayoría  de  la  tierra,  espíritus libres  y  encarnados,  guiados  por  Abraham,  María  y  Jesús  y  todos  los misioneros...  todos  a  una  voz  dijeron  ¡Justicia!... En  ese  momento,  llegaron  a  Sión  todos  los  maestros  de  la  cosmogonía  y los  tribunales  del  plano  primero,  encabezados  por  el  del  Sol,  nuestro  Padre  en la  materia. 

La  columna  se  puso  en  marcha,  viniendo  a  la  cabeza  el  tribunal  de la  tierra,  precediéndole  las  trompetas  espirituales  que  resonaban  estridentes en  todo  el  universo  y  decían:  "Un  mundo  va  a  ser  juzgado"...  Precedían  al Tribunal,  toda  la  mayoría  de  la  tierra;  detrás,  el  Tribunal  permanente  que  traía las  insignias  de  la  justicia;  detrás  de  éste,  el  Espíritu  de  Verdad  con  sus Consejos  y  les  seguían  todos  los  Tribunales  y  el  universo  infinito,  cantando Hosannas. Llegados  a  la  atmósfera  de  la  tierra,  el  sol,  que  alumbra  más  que  nunca por  la  limpidez  azul  y  luz  que  daban  las  interminables  columnas  de  espíritus puros,  apenas  el  sol  era  un  crepúsculo  ante  tanta  Majestad.   En  ese  instante,  se  formaron  dos  grandes  anillos  cruzados  que  envolvían  la tierra,  con  los  espíritus  de  la  cosmogonía. 

De  la  encrucijada  o  vértice,  el Espíritu  de  Verdad  colgó  su  ancla,  dejándola  caer  hasta  la  mesa  del  Tribunal en  la  tierra,  sobre  el  acta  (que  ya  se  encontraba  labrada  sólo  a  falta  de  firmar), y  quedaron  constituidos  arriba,  los  tres  tribunales  espirituales,  el  de  derecho, el  permanente  y  el  de  justicia,  formando  el  triángulo. 

El  Espíritu  de  Verdad dijo  en  toda  su  Potencia  y  Majestad..."¡Hijos  de  la  tierra!...Venid  a  juicio,  la hora  es  llegada"... Cuadros  terribles  se  veían  en  ese  instante;  todos  los  hechos  de  los  hombres pasaban  a  la  vista  de  todos.  Querían  cubrirse  para  no  mirar  y  huir,  pero  en vano;  había  que  verlo,  leerlo,  acusarse  en  verdad  cada  uno  a  sí  mismo;  y mayor  era  la  estupefacción,  conociéndose  los  hombres  de  esta  existencia,  en todas  sus  anteriores,  viéndose  antropófagos,  verdugos  o  tiranos.

Pero  el momento  más  terrible  fue  al  llegar  el  martirio  del  Gólgota,  que  era  en  la misma  hora  que  los  sacerdotes  lo  celebraban  en  sus  iglesias:  aquí  querían  no ser,  mejor  que  verse  acusados  en  sus  conciencias  y  llegó  el  estupor  al máximo,  al  ver  que  las  cuentas  de  todos  habían  llegado  al  día  presente ajustadas  y  se  veían  completamente  desnudos,  todos  los  que  se  creían supremáticos;  querían  romper  lanzas  con  los  que  tan  miserables  creían;  los trabajadores. 

Ellos,  que  en  espíritu  se  veían  desnudos  y  con  sus  cuentas  sin pagar,  estando  sus  cuerpos  vestidos  de  púrpura  y  oro,  o  de  un  correcto  frac,  u otras  vestimentas  supremáticas,  viviendo  bajo  torres  y  cúpulas  que  en  aquel momento  solo  servían  para  acusarles  y  aun  no  se  desengañaban  de  su impotencia.

Pasada  su  historia  ante  la  vista  de  cada  uno,  el  juez,  rememoró,  cómo  en todos  los  tiempos  se  les  había  avisado  y  que  al  fin,  les  sorprende  el  juez desprevenidos.  Pero  que  no  teman;  pues  no  van  a  oír  la  terrible  voz  de  "Id malditos  al  fuego  eterno",  porque  el  Padre  es  todo  amor  y  tiene  sus  moradas hospitales  preparadas,  las  que  se  os  muestran  en  este  acto  para  que  aun podáis  asiros  al  ancla,  acatando  la  ley  única  de  amor,  que  nos  da  en  el  Código nuevo.

En  ese  instante,  el  gran  Dante  con  otros  muchos,  arrastró  a  todos  a  los mundos  primitivos  y  no  a  todos  les  horrorizó. 
Ahora  se  les  concedió  la defensa,  haciéndolo  uno  por  todos  los  que  no  acataron,  que  fueron  separados izquierda. 

Hubo  grandes  incidentes,  siendo  de  notar  uno,  que reaccionando  en  aquel  acto,  se  destacó  de  la  grey  cristiana;  y  después  de  una arenga  hermosísima  y  valiente  (en  posesión  del  médium)  y  ya  asido  al  ancla, desafiaba  él  solo  a  toda  la  grey;  y  como  no  podían  acometerle  los  jefes,  esta impotencia,  levantó  el  ánimo  en  la  deprimida  grey  y  se  le  sumaron  al  valiente 3.755.000,  que  dijeron:  "Somos  conformes  en  ser  los  últimos  y  acatamos  la ley". 

María  entonces,  seguida  por  Jesús  y  los  misioneros  se  cubrieron  su desnudez  con  vestidos  de  luz  y  aun  se  concedió  un  momento  de  reflexión, mientras  el  Espíritu  de  Verdad,  en  posesión,  hablaba  en  el  tribunal  de  la tierra,  aclarando  puntos  y  declarando  el  juicio  terminado. 

Eran  las  tres  en punto  cuando  se  firmaba  el  acta. Este  fue  el  terrible  momento:  el  Espíritu  de  Verdad  descubre  toda  su  luz  y parecía  hincharse  como  si  no  cupiera  en  toda  la  cosmogonía  y,  de  un  soplo barrió  todas  las  tinieblas  de  la  atmósfera.  La  luz  de  la  tierra  empezó  a  verse en  los  espacios,  y  un...  "¡Salve  tierra  bella,  hija  del  sol,  tus  hermanos  te saludan  por  Eloí;  eres  nuestra  hermana  menor,  nuestro  Benjamín;  y  nuestros amores  más  tiernos,  son  para  tí.  Loor  al  juez  y  su  tribunal;  loor  a  la  madre  de los  misioneros  y  sus  hijos;  loor  a  todos  los  trabajadores;  loor  y  alabanzas  al maestro  Espíritu  de  Verdad. 
Cantemos  todos  un  hosanna  al  grande  y  único Eloí!" El  espíritu  de  Verdad,  entre  cantos  y  hosannas,  vuelve  a  soplar  y  arrastró del  espacio  a  todos  los  que  no  habían  acatado  la  ley  y  estaban  en  espíritu, dando  una  transición  de  su  presente  existencia  a  los  encarnados. 

Partió  con  su carga  asida  al  ancla  la  humanidad  redimida  para  presentarla  al  Padre  y  volvió para  decir  por  boca  del  juez:  "Consumatum  est",  y  declaró  la  tierra  en  su Séptimo  día,  dejando  a  Jesús  en  posesión  del  médium  para  declarar  el  estado en  que  quedaba  la  tierra,  terminándose  el  acto  a  las  5  de  la  tarde.

Ahora  bien;  lo  expuesto  no  es  más  que  a  título  de  participarlo  al  mundo, pues  todo  está  escrito  para  darlo  luego  con  todos  sus  pormenores. 

Entre  tanto, pensar,  que  todos  estáis  juzgados  y  sentenciados;  y  oyendo  la  voz  de  vuestro mismo  espíritu,  sabréis  si  estáis  en  la  ley  o  fuera  de  ella  y  aprovechad  la transición  que  cada  uno  tiene  en  su  presente  existencia.

Si  en  la  ley  estáis, quedaréis  a  disfrutar  de  la  unión  de  los  dos  mundos  (el  material  y  el espiritual)  bajo  el  solo  credo  espiritismo;  bajo  la  única  ley  de  amor  y  con  el solo  Eloí  para  su  adoración  en  espíritu  y  verdad,  cumpliendo  todo prometido  y  observando  este  solo  mandato:  "Ama  a  tu  hermano".

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