¿Existe el mal? ¿Existe el bien? ¿Dónde principia el bien y el mal? En el universo, en sus leyes, en el creador, no existe el mal, porque y visto y anatomizado todas las leyes derivadas de la ley madre-amor; y hemos visto, que hasta la ley de justicia en su mayor rigor, es un extremado amor. Pero he aquí, que si ha tenido que derivarse la ley de justicia y aplicarla, es porque se ha cometido injusticia; y la injusticia es un mal, porque se ha causado daño a un segundo, o a muchos segundos.
Pero este daño, esta injusticia, no es de la ley; es de los infractores de la ley y éstos, solo pueden ser los hombres.
Ya tenemos, que el daño, la injusticia, el mal, no es de la ley, sino de los que faltan a la ley, los hombres; y así, el mal existe extra ley.
Pero, si existe, ¿dónde principia? Claro está que es la ignorancia; pero la ignorancia no puede ser el mal, sino un efecto del mal. ¿Dónde nace, pues, el mal, y el mal es un mal, o es un bien?...
Contestar esto, si no tuviéramos toda la base inconmovible que tenemos atrás, sería larga argumentación y no muy sólida, a no ser que esa argumentación abarcara todos los principios, leyes, verdades y secretos atrás contenidos, porque se querría ver nacer el mal en un determinado instinto; luego resultaría encontrar otro mal y habría que buscarlo en otro instinto y esto sería el cuento de nunca acabar; y al fin, no habría certidumbre de que nació el mal, de tal o cual instinto y sería tiempo perdido, como tanto se perdió en tratar de conocer al creador, sin conocerse el hombre a sí mismo.
Nosotros, tenemos ya todos los instintos en el alma del hombre y ahí es donde debemos ahondar, para encontrar el principio del mal y haremos obra leve, porque todo está allí reunido.
Sabemos que ningún instinto es malo, porque cada especie animal tiene lo suyo y cumple la ley; luego no puede estar el principio del mal en ningún instinto.
Pero vemos que los instintos están convertidos en pasión en el hombre: ¿Porqué es esto? No puede ser más que por el antagonismo de unos y otros instintos que se encuentran reunidos en el alma del hombre, y cada uno quiere ser el primero en salir y el último en ser vencido; porque esto es oponer resistencia y cometer injusticia, que no la podía cometer antes cuando estaba relegado y sólo en un animal.
Es así en efecto, que las pasiones tienen su origen en el antagonismo molecular; y la anatomía debió haberlo explicado científicamente y mayormente haberlo comprobado en la mayor parte de los sistemas musculares, tejidos, membranas, nervios y venas, que están en contraposición para un mismo miembro y que son antagónicos los unos de los otros, porque cada agrupación de músculos, pertenece en sus partículas a las diferentes especies animales que tienen el mismo instinto y que necesariamente tienen que estar en cada miembro del hombre, porque el hombre, sólo tiene un miembro y un sistema de cada oficio o función y con él ha de desempeñar por justicia todos los oficios y funciones de los animales y de los otros reinos; por esto era de justicia que en su constitución estuviesen en cada órgano, miembro y sistema del hombre, todos los instintos de las especies que tienen aquel mismo instinto, y están en realidad y son antagónicos todos entre sí.
Aunque cada instinto tiene su ley y su tiempo impreso en aquellas fibras que pertenecen al instinto y no obrarán su función hasta que les marque el momento la ley que los rige; como la vida del hombre es la vida de todos los seres y de todos los reinos, resulta, que el hombre, en todo momento tiene en acción un instinto que es el que está siendo dominado por la saciedad de que debe ser satisfecho; aquella misma función pertenece a los otros músculos también y éstos serán satisfechos en su momento; pero como forman un sólo músculo o miembro, los instintos aun no dominados se reavivan en la reflexión del goce o del trabajo del inmediato; y como son símiles, todos esos instintos luchan por ser cada uno el primero, porque la reflexión de la función pertenece a su especie (que está satisfaciendo al que le toca su momento), esa reflexión los reaviva y nace en ellos la memoria; y de la resistencia que ha de oponerles el que está en función, nacen el antagonismo y la lucha, que es un mal.
Si el alma no logra dominar contrabalanceando aquella fuerza bruta, con la fuerza de aquellos mismos instintos que en ella hay más purificados (porque ya son la esencia o alma de otros instintos) y triunfó la fuerza bruta de los músculos, ya tenéis una revolución y cae preso el instinto alma y no hay gobierno; se revolucionan todos los instintos de la misma especie y se convierten en pasión que trae fatales consecuencias para el alma; si arraiga ese predominio de los instintos ya convertidos en pasión, nace necesariamente la injusticia y de ahí las hecatombes, si el tercero que ahora entrará en funciones también es vencido temporalmente; porque sólo temporalmente puede ser vencido el espíritu.
Sí: ahora entró en función el espíritu, único juez del alma vencida y del cuerpo animal vencedor por la fuerza bruta; pero la ley del espíritu no permite que haya vencidos, sino que todos sean vencedores, porque su arma sólo es el amor y su misión es la unificación y no el disyunte y menos la muerte o desaparición de ninguno de los instintos porque, sólo con todos los instintos puede el hombre ser hombre.
¿Cómo ha de arreglarse el espíritu, porque él no tiene más remedio que triunfar haciendo a todos vencedores, porque otra cosa sería injusticia y él sólo puede hacer el triunfo suyo y de los instintos por la justicia?
El espíritu, tiene todos los medios necesarios en el amor, por el trabajo primero, luego por las enfermedades, siempre por el progreso gradual y civilización y sobre todo, por la desencarnación y reencarnación, y siempre tomará como único medio (porque no hay otro) el trabajo animal, hasta que por él se hayan doblegado los músculos antagónicos a los instintos del alma, sin haberles negado la satisfacción que les es de justicia a los instintos del cuerpo, que están un grado más bajos que los del alma; porque aun existiendo en los animales y en su alma están en esencia, en el cuerpo humano toman los músculos y son materia más rústica y tienen la fuerza bruta.
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